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11 abril 2011

Mírala.

Ahí estaba ella. La luna, mirando cotilla a través de mi ventana abierta,de mi persiana levantada,de mis ojos cansados imposibles de cerrar hipnotizados por su belleza de luna llena. Ahí estaba saliendo cada noche apenada por no ver el brillo del sol, pero contenta de saber los secretos,esos que se quedan encerrados en una noche, debajo de las estrellas, acunados por la belleza de la madre luna. Una luz blanca casi mágica,que me invita a soñar con lo desconocido, a descansar y pensar que mañana será mil veces mejor que hoy. Que me descubre que al fin y al cabo la noche no es tan oscura,que depende de tu alma,de los ojos con las que tu le mires.
De un soplo,recuerdo las noches más importantes en las que contemplé esa mirada invisible de la luna, en la que con ilusión o lágrimas en los ojos, miraba fijamente ese resplandor que me envuelve en esta noche de marzo. Noche mágica,en la que las estrellas brillan a lo lejos,presentes de mil vidas,de mil noches. Noches en vela,ocupadas,de estudio,de amor, noches de poesía, de música,de suspiros perdidos en la bóveda azul que es el cielo a estas horas, digno de Miguel Ángel en la Capilla Sixtina.

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