Él, obstinado como siempre, estaba con el ''porro'' entre sus dedos. En ese momento,ella soltó un bufido de rabia, pero tuvo que admitir: que él era encantador aunque tuviera eso entre los dedos.
- Me prometiste que lo dejarías...- Ella dijo.
- Durante todo el día. - Él le respondió con ironía.
- No me gusta cuando fumas eso. No se necesita entre los dedos.
Ahora veía con sus ojos pequeños individuos.
- Necesito algo para ocupar entre los dedos, ya que no tengo a nadie en mis brazos.
Dejó escapar esa sonrisa y la suya totalmente.
Ella había decidido a insultarlo por preguntar:
- Cuando el humo sale de tu boca, ¿dónde va?
Él la estaba mirando, y pensando seriamente en lo que predomina su sarcasmo, era raro.
- A alguna parte.
Ella se le acercó,le quito de las manos el porro y lo dejo en el banca al lado de ella, puso sus brazos alrededor de su cuello, lo abrazó fuerte susurrando:
- ¿Dónde estás ahora?
Sonrió feliz y sincero:
- En el mejor lugar del mundo.
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